En
nuestra labor diaria en el Centro San José, nuestra primera experiencia anual es
cuando recibimos a los nuevos pequeños a principios de curso. Es en esa
calurosa bienvenida donde manifestamos nuestra satisfacción al verlos llegar
por primera vez a lo que será su casa por algunos años, donde se compartirán
sonrisas, sueños, aprendizaje y juego. ¿Por qué dicha satisfacción? Porque
logramos que los padres confíen plenamente en nosotros, en nuestro sistema de
aprendizaje, en nuestras colaboradoras, en nuestras instalaciones y en nuestros
benefactores.
En
el Centro de Desarrollo Infantil San José hemos visto pasar muchos rostros de
pequeños en estos 10 años de funcionamiento. Desde el momento en que llegan
queremos hacer las cosas bien, primero, logrando que no nos tengan miedo, y
finalmente, convertirnos en amigos en el juego y en el aprendizaje.
Es
en su proceso de crecimiento y desarrollo diario que nos invade de nuevo este
sentir, ya que los vemos tomar confianza en sí mismos, y con ello, van
aprendiendo a hacer las cosas por sí solos, abren su mente para nunca dejar de
crear e inventar, desarrollan esa capacidad para relacionarse con los demás, y
así, experimentan el cariño hacia sus amigos. Así como florecen plantas en
nuestro jardín, así también florecen a diario sentimientos entre nuestros niños
y niñas, de ellos hacia nosotros, y por supuesto, de nosotros a ellos.
Cuando estamos plenamente encariñados con nuestros pequeños llega, cada año, el momento de decir un “hasta luego”. Esos rostros que llegaron con miedo a lo desconocido parten ahora con un rostro de alegría porque se llevan aprendizaje, experiencias y momentos inolvidables. Es en ese momento cuando suspiramos un “hemos cumplido y bien”, queremos despedirnos de cada uno de ellos, y de esta forma, asegurarnos que se van felices por todo lo que vivieron aquí con nosotros.
Cuando estamos plenamente encariñados con nuestros pequeños llega, cada año, el momento de decir un “hasta luego”. Esos rostros que llegaron con miedo a lo desconocido parten ahora con un rostro de alegría porque se llevan aprendizaje, experiencias y momentos inolvidables. Es en ese momento cuando suspiramos un “hemos cumplido y bien”, queremos despedirnos de cada uno de ellos, y de esta forma, asegurarnos que se van felices por todo lo que vivieron aquí con nosotros.
Nuestra
labor no para ahí, puesto que ya enseguida tenemos que ocuparnos de los que aún
se quedan con nosotros, y claro, de los que pronto por primera vez pisarán
nuestro centro. Y es así como que en lo que hacemos la satisfacción se
convierte en un elemento especial que forma parte de nuestra vida diaria.
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